Corría el año 1943 cuando Ernesto Beran cambió el violín por las maderas y la bella capital checa por Cangues de Onís. Lo hizo, se comenta, por amor y por nostalgia: el primero, el que le profesaba a su novia Florinda, la Perla, pizpireta gijonesa de…

Julio César de Austria: la furia del bastardo
De puro deforme, sus retratos parecían más bien caricaturas; de raro le llamaban loco y le temían, incluso, sus más leales servidores. Rodolfo II…